
Somos un equipo de cirujanos altamente capacitados en el campo de la medicina endovascular. Liderados por el Dr. Guillermo Eisele (pionero y referente en Argentina de la especialidad), junto con el Dr. Damián Simonelli y el Dr. Pablo Javier Salvadores, formamos ESS Medicina Endovascular.

Especialidad
Nos especializamos en tratamientos avanzados de radiología intervencionista y cirugía endovascular, que incluyen tanto a pacientes adultos como pediátricos. Empleamos técnicas de intervención mínimamente invasivas que requieren sólo pequeñas incisiones, permitiendo abordar una amplia variedad de patologías vasculares de manera eficaz y segura, lo cual promueve una recuperación más rápida y menos dolorosa para nuestros pacientes.
Trabajamos con obras sociales y de forma particular, ofreciendo la posibilidad de realizar una primera consulta virtual para mayor comodidad y accesibilidad.
Equipo de Especialistas Reconocidos
Nuestro equipo incluye profesionales reconocidos en el país, como el Dr. Guillermo Eisele, uno de los fundadores de la especialidad en Argentina. Además, el Dr. Pablo Salvadores y el Dr Damián Simonelli, son cirujanos especializados en la medicina endovascular con años de experiencia empleando técnicas de última generación que garantizan un enfoque eficaz y seguro.
Tecnología y Abordaje Mínimamente Invasivo
Nos especializamos en procedimientos endovasculares que reducen el tiempo de recuperación y el riesgo de complicaciones, proporcionando una alternativa a las cirugías tradicionales.
Nuestro compromiso con el paciente, nos motiva a mantenernos continuamente actualizados, innovando con tecnología de vanguardia, que nos permite realizar intervenciones precisas y de rápida recuperación, con una mínima invasión y el menor impacto posible en la vida cotidiana de nuestros pacientes.
Conveniencia y Accesibilidad
Atendemos en más de 20 sanatorios de prestigio en el país y ofrecemos atención tanto con obras sociales como de manera particular, adaptándonos a las necesidades de cada paciente. Además, comprendemos la importancia de la accesibilidad y ofrecemos la posibilidad de realizar la primera consulta de forma virtual, permitiendo una evaluación inicial sin la necesidad de asistir personalmente.
Procedimientos
Ofrecemos una amplia gama de procedimientos, que incluyen estudios diagnósticos endovasculares, embolización y angioplastias. Nuestro rol es esencial en la atención interdisciplinaria de patologías hepáticas, renales y obstétricas, asegurando un enfoque integral y personalizado en cada caso. Te invitamos a explorar esta sección para obtener más información sobre nuestros procedimientos y las enfermedades que tratamos.
¿Por qué elegir ESS Medicina
Endovascular?
En ESS Medicina Endovascular, brindamos una atención centrada en el paciente, combinando años de experiencia con técnicas avanzadas en intervenciones mínimamente invasivas. Nuestro equipo está compuesto por cirujanos de amplia trayectoria, incluyendo pioneros de la medicina endovascular en Argentina, lo cual nos permite ofrecer un tratamiento de alta calidad y efectividad para el diagnóstico y tratamiento de enfermedades vasculares mediante procedimientos mínimamente invasivos
Blog
Notas de interés para la comunidad

Nota 3

Nota 2

Nota 1
Testimonios

Paola
Hace dos años me diagnosticaron un mioma uterino de gran tamaño, una condición benigna, pero que con el tiempo empezó a causarme molestias significativas. Sentía una distensión abdominal severa, tenía sangrados fuera de mi ciclo menstrual y periodos prolongados. A pesar de seguir un tratamiento hormonal para controlar los síntomas, el mioma no disminuía, y mi ginecóloga me planteó la posibilidad de una histerectomía. Sin embargo, yo buscaba alternativas menos invasivas para preservar mi útero.
Cuando me hablaron por primera vez de la embolización, nunca había escuchado de ella. Mi primera reacción fue de duda, pero decidí seguir investigando. Consulté con otros médicos y finalmente llegué al doctor Simonelli, quien me transmitió muchísima tranquilidad. Me explicó todo con claridad, incluyendo los beneficios y los posibles riesgos.
El procedimiento en sí fue muy rápido y no sentí nada. La recuperación fue mejor de lo que esperaba. En poco tiempo, los síntomas empezaron a mejorar: menos sangrados, menos molestias y una reducción visible de la distensión abdominal. A los pocos meses, los estudios mostraron que el mioma había disminuido un 60%, lo que para mí fue un alivio enorme.
Desde el primer momento, el doctor y su equipo me acompañaron en cada paso. Siempre estuvieron disponibles para responder mis dudas y hacerme sentir segura. Despejaron todas mis inquietudes antes del procedimiento y me brindaron un seguimiento cercano después de la intervención. Hasta el día de hoy, sigo en contacto con ellos para controlar la evolución de mi salud.
Hoy me siento mucho mejor, sin molestias y feliz de haber elegido esta alternativa. Recomiendo a todas las mujeres que investiguen y no se queden con una sola opinión. Si alguien está en una situación similar, mi consejo es que busquen todas las opciones disponibles. La embolización fue la mejor decisión que pude tomar porque me permitió conservar mi útero y mejorar mi calidad de vida sin recurrir a una cirugía invasiva. Recomiendo al doctor Simonelli con los ojos cerrados por su profesionalismo, paciencia y el acompañamiento constante que brinda a sus pacientes.

Valeria
Llegué al doctor justo cuando tenía un problema en el brazo izquierdo, un quiste que me estaba comiendo el cartílago de crecimiento. Me recomendaron un tratamiento nuevo que él traía de Francia para ver si se podía hacer algo con mi brazo. Yo tenía 8 años en ese momento y creo que fui una de las primeras pacientes con las que probó ese método acá en Argentina.
Esa operación salió bien en su momento. Fueron varias sesiones porque el quiste iba avanzando con el tiempo, pero gracias a ese tratamiento no perdí el brazo. Estaba alojado en un lugar complicado para operar y nadie se animaba a hacerlo. Pero quedó todo perfecto, tengo la movilidad completa y me siento excelente.
Muchos años después, hace unos tres o cuatro, me pusieron un stent por el síndrome de May Thurner, una obstrucción en la vena suprarrenal que me causaba una congestión pélvica importante. Yo venía funcionando mal por ese problema, pero el doctor pudo solucionar una parte y mejoré un montón.
Cuando era chica, les explicaba todo a mis papás y ahora me lo explica a mí con la misma dedicación. Siento que me conoce tanto que siempre sabe qué hacer. Después de cada intervención, mi calidad de vida mejoró mucho. Cuando era chica, por el problema del brazo no podía ir al colegio y tuve que estudiar en casa. Pero después de la operación, mi vida siguió normalmente. Ahora, con el tema de la congestión pélvica, la cirugía me alivió un montón los síntomas.
Llevo más de 20 años con el doctor y siempre estuvo ahí para acompañarme en cada paso. Para quienes tienen miedo de operarse o hacerse un estudio, yo les diría que con la salud no se juega. Tenemos un solo envase y hay que cuidarlo.

Melina
Durante los estudios prenatales de Melina detectaron un problema vascular, pero los médicos no lograron precisar de qué se trataba. «Sabíamos que venía con algún tema vascular, pero el diagnóstico intraútero no fue concluyente», cuento yo, su madre, que soy médica de profesión.
Melina nació en Neuquén Capital, y ahí, los especialistas tampoco pudieron definir el alcance de su condición. «En Neuquén no se pudo llegar al diagnóstico definitivo», explico. Fue necesario trasladarla en avión sanitario a Buenos Aires, donde un equipo médico liderado por la Fundación Favaloro y el Dr. Eisele identificó el problema: malformaciones arteriovenosas o fístulas arteriovenosas en varios órganos.
Ese diagnóstico dio lugar a una intervención crucial. Con apenas un mes de vida, Melina fue sometida a una cirugía endovascular, un procedimiento muy complejo y de alto riesgo. «El Dr. Eisele y su equipo realizaron la intervención, siempre brindándonos una contención tremenda», relato, recordando cómo nos explicaban todo en detalle y nos mostraban imágenes durante el proceso. El postoperatorio fue increíblemente exitoso. Melina estuvo en neonatología hasta los tres meses, pero su recuperación fue asombrosa. «Ella se recuperó bárbaro, no tuvo ningún problema», digo con alivio.
Aunque ha necesitado controles médicos periódicos, tanto en Buenos Aires como en San Martín de los Andes, su evolución ha sido excelente. En noviembre de 2023, a los 16 años, una angiografía confirmó que no había nuevas fístulas, un paso más en su camino hacia una vida plena.
Hoy, Melina es una adolescente sana que disfruta de la vida como cualquier joven de su edad. «Hace deporte, está pasando a cuarto año del secundario, es una nena completamente sana».

Marta
Me dio una trombosis y de un momento a otro no pude caminar. Mi pierna se me hinchó muchísimo y sentía como si no la tuviera, me acuerdo de eso con mucha angustia. El primer diagnóstico no fue nada alentador. Me dijeron que me tenían que anticoagular, pero que no había nada más que hacer. La neurocirujana me lo confirmó: «Es solo anticoagulación y esperar», me dijo.
Con la sensación de que no había otras opciones, decidí buscar una segunda opinión en el Instituto Cardiovascular de Buenos Aires (ICBA). Fue allí donde una doctora vio la gravedad de mi caso y me derivó con el Dr. Salvadores. Lo recuerdo perfecto, apenas me vio, me dijo que había que operar. Yo le respondí que me habían dicho que eso no se hacía, y él, con mucha seguridad, me dijo: «Yo lo voy a hacer». Aún me emociona recordar la confianza que me transmitió.
La operación fue rápida, después de que mi obra social autorizara todo, y fue un éxito rotundo. Me operaron cerca de las seis de la tarde, y al día siguiente ya estaba caminando, no lo podía creer.
Al principio, tenía muchos temores durante la recuperación, pero con paciencia y esfuerzo, logré volver a mi vida activa. Hoy en día, hago mucha gimnasia, mucha pileta, y mi vida cambió por completo. Antes de la operación, había actividades cotidianas que ya no podía hacer, como caminar. Mi pierna estaba tan hinchada que parecía cuatro veces más grande de lo normal. Hoy, no solo he recuperado la movilidad, sino que también superé uno de mis mayores miedos: viajar en avión. En octubre viajé sin problemas. Recomiendo este tratamiento sin dudarlo, porque saber que podés volver a caminar, a vivir, después de algo así, es invaluable.

Marina
Todo comenzó en 2012, cuando me diagnosticaron un quiste endometriósico y me recetaron anticonceptivos. Veintitrés días después, comenzaron los síntomas: pesadez, hinchazón y livideces en la pierna izquierda. «El 26 de febrero de 2012 empecé con una sintomatología alarmante», recuerdo.
Consciente de la gravedad, acudí a la guardia, donde me diagnosticaron una trombosis extensa en la vena ilíaca primitiva izquierda. Sin embargo, el diagnóstico inicial fue superficial. «Lo atribuyeron únicamente a la toma de anticonceptivos, pero no indagaron más allá», explico. Aunque comencé con anticoagulación, las dudas sobre mi condición persistían. «El hematólogo me dijo que probablemente debería anticoagularme de por vida, pero no me dio una explicación clara del porqué», relato.
Comencé entonces un largo peregrinaje médico que se extendió por años. Las consultas con diversos especialistas no arrojaron respuestas definitivas. En 2017, una amiga médica mencionó un caso similar discutido en un ateneo por el Dr. Guillermo Eisele. Esa referencia cambiaría todo.
Cuando consulté al Dr. Eisele y le mostré todas mis imágenes, finalmente encontré respuestas. «Él me dijo: ‘Tenés síndrome de May-Thurner’. Nunca había escuchado ese término, ni siquiera siendo médica», admito. El Dr. Eisele no solo me dio un diagnóstico preciso, sino que también me acompañó en el proceso de autorización para colocar los stents que necesitaba, a pesar de la negativa inicial de mi obra social. «Me dijo: ‘Vos no te preocupes’, y cumplió con su palabra».
La intervención marcó un antes y un después en mi calidad de vida. Los síntomas que me habían limitado durante años desaparecieron. «Sentía la pierna pesada, no podía subir dos pisos sin detenerme por el cansancio. Después de la intervención, fue un cambio radical», describo. «Incluso la piel y las estructuras alrededor del músculo se sintieron aliviadas».
No dudo en recomendar el tratamiento. Además, subrayo la importancia de realizar estudios preventivos en pacientes que planean tomar anticonceptivos. «Toda persona que va a iniciar anticonceptivos debería hacerse un estudio previo. Hay una falta de conciencia sobre esto en la ginecología», enfatizo.

Hugo
Sufrí una trombosis en la pierna izquierda y un grave problema de venas inflamadas en el abdomen y la zona de los riñones. «Tenía las venas del abdomen muy inflamadas, parecía que tenía un dedo sobresalido del abdomen». Mi búsqueda de respuestas me llevó de médico en médico, en lo que llamo un verdadero «trajinar». Finalmente, llegué a la Fundación Favaloro, donde me confirmaron que necesitaba colocarme dos stents. Sin embargo, un problema con mi obra social me obligó a buscar otra institución. Fue entonces cuando conocí al Dr. Guillermo Eisele, quien se encargó de mi caso.
En la clínica, después de una serie de estudios detallados, se confirmó que los stents eran indispensables para mejorar mi circulación sanguínea. La intervención resultó ser mucho más extensa de lo que pensábamos inicialmente: en lugar de dos, el Dr. Eisele me colocó cinco stents para asegurar el éxito del procedimiento.
Al terminar la operación, el Dr. Eisele mostró a mi esposa las imágenes del antes y después de mi circulación. «El Doctor estaba muy contento. Le mostró a mi señora cómo era antes y cómo quedó después. La mejora fue notable».
El impacto en mi calidad de vida fue inmediato. Las venas inflamadas, que me preocupaban tanto cada vez que me miraba al espejo, desaparecieron. «Me preocupaba mucho verme así. A la noche, cuando me iba a bañar, sentía miedo de lo que podía pasar», confieso. Hoy, a pesar de estar anticoagulado y bajo un control médico riguroso, llevo una vida completamente normal. «Ando en bicicleta, no mucho, pero ando en bicicleta. Hago vida normal y no he tenido ningún tipo de problema»
No tengo palabras para expresar mi gratitud, animo a quienes estén atravesando situaciones similares a considerar este tipo de tratamiento. «Recomiendo que cualquier persona que pase por lo que yo pasé, se lo haga. A mí me mejoró muchísimo la calidad de vida».

Daniel
Todo comenzó con un dolor en la parte baja de la espalda que pensé era una simple lumbalgia. «Era un dolor que no me dejaba caminar prácticamente», recuerdo. Mi primera consulta fue en un centro de kinesiología, donde me recetaron analgésicos, pero no surtieron efecto. Al ver que no mejoraba, decidí ir al Fleni, en Belgrano. Allí me realizaron estudios todo el día y encontraron hernias de disco. Sin embargo, el verdadero problema seguía oculto.
Con el tiempo, el dolor se volvió insoportable. Me administraron morfina para aliviarlo, pero aun así no podía caminar. Días después, algo alarmante ocurrió: «Me empecé a poner amarillo a la noche», cuenta Daniel. Tras varios días de estudios y valores alterados, una ecografía reveló la causa real de mi sufrimiento: una trombosis masiva desde la cintura hacia abajo y la ausencia congénita de la vena cava inferior. «Nunca había escuchado sobre esta condición y no sabía que la tenía», explico.
En ese momento crítico, apareció el Dr. Damián Simonelli, quien trajo claridad a una situación llena de confusión. «Él me explicó que necesitábamos un estudio más específico para confirmar si realmente no tenía la vena cava inferior o si estaba obstruida», relata Daniel.
Los estudios confirmaron que, efectivamente, no tenía la vena cava inferior. Sin embargo, mi cuerpo había desarrollado un sistema circulatorio alternativo, lo que hacía posible una intervención para desobstruir las venas afectadas. «Aunque mi sistema era diferente, me explicaron que la operación podía mejorar significativamente mi calidad de vida», señalo.
La operación, fue extensa y delicada. «Entré al quirófano al mediodía y salí a las 8:30 de la noche. Por primera vez en mucho tiempo, mis piernas estaban deshinchadas», recuerdo con alivio. La intervención fue un éxito: lograron restaurar el flujo sanguíneo y reducir las obstrucciones. A lo largo de este proceso, valoro enormemente la honestidad y el profesionalismo. «Siempre fue claro y directo, lo que nos permitió tomar decisiones rápidas y acertadas», destaco con gratitud.
Hoy, dos años después de la operación, mi vida ha cambiado completamente. «Puedo hacer 40 minutos de cinta trotando tres veces por semana. Estoy normal, no tengo secuelas y mis piernas ya no me generan molestias», concluyo, satisfecho de haber recuperado mi calidad de vida.

Carolina
Después de una cesárea, desarrollé una trombosis que, lejos de mejorar con el tratamiento anticoagulante habitual, empeoraba cada día. Al principio parecía ser una trombosis producto del parto, pero la situación se complicó porque no respondía al tratamiento convencional.
Los días en el hospital se hicieron interminables. Mi pierna izquierda, donde estaba el problema, se hinchaba de una manera alarmante, y el dolor era tan fuerte que no me podía mover. Mi pierna llegó a medir cuatro o cinco veces su tamaño normal. No podía caminar y tuve que usar una silla de ruedas. Encima, a todo esto, se sumaba que acababa de pasar por una cesárea y estaba separada de mi bebé recién nacido. Fue devastador.
En medio de esta desesperación, llegó el Dr. Guillermo Eisele para evaluar mi caso. Él fue quien vio la imagen por primera vez y me dio un diagnóstico inmediato. Gracias a Guillermo no solo entendí qué estaba pasando, sino que por fin tuve claridad sobre lo que iban a hacer y qué esperar después.
El diagnóstico marcó un antes y un después. Fue necesario tratar la trombosis con varias intervenciones debido a la demora en identificar el problema y las complicaciones de mi estado postparto. Además, tuvieron que colocarme un filtro en la vena cava para evitar que los trombos se desplazaran hacia los pulmones u otros órganos. Yo lo llamaba «el tapón», aunque el término correcto es filtro de la vena cava. También tuvieron que extraer los trombos y colocar un stent. Fue un proceso complejo, pero imprescindible.
A pesar de la gravedad de la situación, el Dr. Eisele y su equipo estuvieron conmigo en todo momento. La contención que recibí fue increíble. Para mí, Guillermo es un genio, y todo su equipo fue impecable. Él siempre estaba presente, explicando todo con detalle y transmitiendo tranquilidad tanto a mí como a mi familia.
La recuperación no fue inmediata. Pasé meses de tratamiento anticoagulante y sesiones de kinesiología para recuperar la movilidad y tratar la insuficiencia venosa residual. No salís del hospital al 100%. Aunque hubo mejoría, mi pierna seguía hinchándose al principio. Pero, con el tiempo, volvió a la normalidad, y de a poco pude empezar a caminar nuevamente.Mi consejo es que, si enfrentan un problema grave, busquen médicos en los que puedan confiar, que sean claros y capaces de dar un diagnóstico certero.

Adriana
Volví a casa después de mi luna de miel con lo que parecía ser un simple resfrío. Pensé que era por el cambio de clima, pero ese catarro no se iba. Al principio no le di mucha importancia, hasta que en una consulta con mi cardiólogo me hizo una recomendación que me cambió la vida: “Tenés que ver a un neumólogo”.
Sinceramente, era escéptica. Iba al cardiólogo desde joven porque tengo un soplo en el corazón y reflujo en la válvula tricúspide, pero jamás me imaginé que un problema respiratorio pudiera estar relacionado. Fue entonces cuando mi doctor decidió hacerme una resonancia de pulmón con contraste, y ahí apareció algo mucho más complejo de lo que parecía.
Cuando me lo dijo, supe que mi vida cambiaría para siempre. Había consultado a varios especialistas sin obtener respuestas claras, hasta que finalmente me indicaron un estudio clave: gases en sangre arterial. Los resultados, sumados a otros síntomas como hemorragias nasales espontáneas, confirmaron el diagnóstico: malformaciones arteriovenosas pulmonares, una enfermedad poco común y hereditaria.
Desde ese momento, comenzó un camino incierto para encontrar un tratamiento que me devolviera calidad de vida. El siguiente paso fue fundamental: dar con un cirujano que pudiera tratar la malformación en mi pulmón derecho. Así llegué al Dr. Guillermo Eisele. Desde el primer instante sentí que estaba en las mejores manos. Él sabía exactamente qué hacer, y eso me devolvió la tranquilidad.
La cirugía fue en enero de 2002. Aunque salió bien, el camino no fue fácil. Poco después, sufrí un infarto pulmonar en mi casa. Más adelante, tuve una neumonía por un virus hospitalario y pasé gran parte de 2004 internada. A pesar de todo, nunca me sentí sola. El equipo estuvo conmigo en cada paso.
Al principio, me enojé conmigo misma, con mi familia y hasta con mi mamá, que era portadora del gen. Pero con el tiempo entendí que no sirve de nada preguntarse: “¿Por qué a mí?”. Hay que aceptar lo que te toca y encontrar la manera de seguir adelante.
Tomé decisiones difíciles, como renunciar a la idea de ser mamá, pero no me arrepiento. Conocí a médicos increíbles y a personas maravillosas gracias a esta enfermedad. Hoy la veo como una parte de mí que, aunque molesta, me enseñó muchísimo. Y si algo tengo claro, es que recomendaría a los especialistas que me ayudaron sin dudarlo.